La crisis agrícola.

( agricultura - Crisis )

El presente artículo no pretende ser un riguroso estudio científico sobre la causa de la crisis agrícola. Ni es el objetivo, ni su autor está capacitado para hacer semejante tarea faraónica.

Se pretende únicamente dar una serie de datos que concitarán una serie de conclusiones personales. Para ello, se analiza someramente la crisis de la citricultura valenciana (España), que puede servir como muestra de otras crisis en otros lugares. El autor proviene de una familia fuertemente enraizada en la citricultura valenciana desde hace varias generaciones y durante los últimos años trabajó en un comercio de exportación de naranjas, lo que le permitió conocer y palpar la crisis y la zozobra en primera persona. Además ha vivido tres años en Centroamérica, lo que le ha permitido conocer en mayor o menos grado la crisis agrícola en dicho continente.


Justo cuando se estaba redactando este escrito se produjo la triste noticia del fallecimiento de Joan Brusca (secretario de la Unió de Llauradors i Ramaders). Sirva este artículo de homenaje y de recuerdo para este gran defensor del campo valenciano.


Las buenas épocas.

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La naranja era fuente de riqueza que determinó la historia, progreso e idiosincrasia del País Valenciano. Fue motor durante aquellos años, no sólo de la economía valenciana, sino también de la española. Vicente Caballer, Catedrático de la Universidad Politécnica de Valencia, afirma al respecto que: ““Los españoles tienen una deuda histórica con los valencianos debido a que la producción, comercialización y exportación de naranjas y mandarinas puede ser considerada como la principal actividad económica de España a lo largo de todo el siglo XX si tenemos en cuenta la aportación al PIB, a la Balanza de Pagos y su carácter social…”“.[1] Según el mismo autor, las exportaciones de naranja suponían el 20% del total en España en el año 1930 y el 16% en 1962, época en la cual irrumpe el turismo y se moderniza la industria. En el año 2002, todas las exportaciones del País Valenciano supusieron el 12% del total de la nación.[2]

De la misma manera, todas las labores asociadas al campo proporcionaron trabajo a infinidad de personas ocasionando grandes flujos migratorios hacia tierras valencianas. La naranja marcó también las tradiciones, el paisaje, la lengua y la cultura propia, condicionando festividades, aleccionando una serie de costumbres autóctonas, etc. Sin rubor se puede afirmar que la naranja generaba trabajo y futuro, y lo que es más importante, dicha riqueza se distribuía entre mucha gente por cuanto las explotaciones eran minifundios en manos de miles de pequeños agricultores. Los trabajos asociados al campo repartieron el patrimonio a mucha más gente.


La hecatombe.


La otrora brillante y espectacular agricultura valenciana no es ni sombra de lo que era. Las condiciones comerciales que sufren los agricultores (productores), son inaceptables en cualquier país desarrollado y democrático. Subrayar que la crisis la sufren los productores, porque el resto de cadena productiva, especialmente los distribuidores, gozan de excelente salud económica. Valgan algunas cifras y datos para entender la dimensión de la tragedia:


[1] CABALLER, V.: ““Deuda histórica o Levante feliz? ““, en Levante Mercantil, 24 de septiembre de 2006.


[2] http://es.wikipedia.org/wiki/Comunidad_Valenciana

-En muchos casos, el agricultor no vende las naranjas con un precio prefijado al operador (comercio privado o cooperativa. Denominados también comerciantes. Compran las naranjas al agricultor, las confeccionan, las envasan y las venden a un distribuidor, mercado de abastos, centro comercial, supermercado, etc.). Existe un contrato de compra-venta, pero no siempre se usa. El agricultor entrega los cítricos y al final de temporada recibe una cantidad de dinero del operador. Expoliar la renta del agricultor bajo esta modalidad se denomina ““Compra a resultas““o ““Comercializar““.


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-En la campaña 2005-2006 el agricultor percibió el 68% menos respecto a 1997, según la Unió de Llauradors i Ramaders -asociación englobada dentro de la nacional Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG). Para la Federación Provincial de Agricultores y Ganaderos de Castellón (FEPAC) -enmarcada en la Asociación Agraria Jóvenes Agricultores (ASAJA)- los precios de dicha temporada fueron inferiores a los de hace 20 años.[1] El agricultor ha sufrido un aumento en los bienes de consumo que necesita para vivir, sobre todo en la vivienda, mientras el valor de sus cítricos ha bajado vertiginosamente.


-En la misma temporada y con datos de la Unió de Llauradors i Ramaders, los costes de producción aumentaron casi un 12% respecto a la media de los últimos cinco años.[2] Un estudio de la Universidad Politécnica de Valencia, publicado en diciembre de 2006, establecía en 0,19 euros/ kilo el valor de los costos de producción.[3] En esa misma época y según la FEPAC, la Conselleria de Agricultura[4] había fijado el precio de dicha variedad en 0,19 euros/kilo en el campo,[5] aunque realmente algunos operadores estaban pagando cantidades que oscilaban entre los 0,12 y 0,18 euros/kilo.[6] Estos datos muestran como los precios recibidos no cubrían ni los costes de producción. El Comité de Gestión de Cítricos, la Federación de Cooperativas Agrícolas y CITRUSAT, precisaron que el precio justo a pagar al agricultor sería de 0,55 euros/kilo.[7] La realidad era más testaruda pues se pagaba una tercera parte de dicho precio justo.


-Según el Censo Agrario, el campo valenciano perdió casi el 50% de los titulares de explotaciones entre 1989 y 2003. En 1989 se contabilizaban 286.886, en 1999 bajó a 222.454 y para 2003 la cifra sufrió una merma espectacular situándose en 149.207 titulares (En el País Valenciano existen más de 4 millones y medio de personas). En los últimos años, los titulares de explotaciones jubilados aumentaron del 33,58% al 37,65%. Sólo el 1,7% de los agricultores tiene menos de 30 años.[8] En Castellón (una de las tres provincias del País Valenciano), los agricultores representan el 7% de la población activa.[9]


-De 2000 a 2004 la superficie citrícola disminuyó un 5% gracias en parte al negocio inmobiliario, que desgraciadamente supone la única vía de escape ante la agonía. Evidentemente pocos se benefician, aunque la metamorfosis del territorio ahí está: agricultura por cemento.
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Enlaces y fuentes.
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Datos del artículo
Sección del artículo: agricultura - Crisis

Fecha de inserción: 29-04-2010 a las 00:00:00